De un instante a otro...

De un instante a otro, mis pierna dejaron de andar, es raro no se como ocurrió. El aire era limpio y fresco había un cielo completamente celeste y el sol iluminaba con toda su fuerza el parrón de mi abuelo, en esas locuras a las cual estoy acostumbrado saque la bicicleta que hace algunos años sirvio de transporte a mis tíos y papá. Era lindo estar en el campo, lejos de micreros gruñones y contaminación. Bueno la bicicleta ya no funcionaba como antes así que trate en 15 minutos de trasformarme en mecánico para arreglar la cadena. Así partí a recorrer el campo, se respiraba un rico olor mezcla de diferentes Yerbas, después de un buen rato pedaleando encontré un canal, con la calor que hacia me saque la camiseta y me sumergí, no fue tanto ya que no tenía más de 50 cm. de alto pero en ese instante para mi era como una piscina olímpica. Ya refrescado me propuse seguir el camino a quien sabe donde, solo yo y la bicicleta, talvez confiado con que en el campo solo habían animales y árboles puse a toda marcha la bicicleta (la cual había subestimado), con la que conseguí una gran velocidad, velocidad que me hizo no acobardarme a la hora de cruzar por un sendero, que sin darme cuenta terminaba en un precipicio.

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