Cuento para dormir: Trabajo

Friday, July 13, 2007


-Hola, soy Pilar- dijo mientras veía como se acercaba lentamente a la mesa.
- Encantado de conocerte Pilar. Te propongo que salgamos de aquí. No quiero que te mezcles con el resto de la gente- dijo mientras la tomaba de la cintura obligándola a ponerse de pie.
Pagó la cuenta y lentamente fueron saliendo de aquel prestigioso Club.
Había llovido durante tres días continuos y justo esa noche había estrellas.
– Suerte la mía- pensó Pilar.
Subieron a un lujoso auto que manejaba el chofer de Alberto. Todo parecía normal… hasta rutinario.
Y de un momento a otro Pilar comenzó a inquietarse. Ese hombre jugaba cada vez más brusco. Relájate amor- dijo Alberto tomándola del cuello- Disfruta.
Pilar cerraba los ojos para no sentir vergüenza de si misma. Cerraba los ojos para no ver la cara de Alberto que se desfiguraba cada vez más cuando apretaba su cuello para dejarla sin aire. Y cada caricia se transformaba en un golpe. Y cada beso se transformaba en una mordida. - Contén las lágrimas, estúpida- pensaba mientras la golpeaba con su cinturón -Si no lo haces… sabes que será peor- Pilar, en esos momentos ya indolente, no era capaz de sostener su cuerpo… en esos momentos su espalda sangraba. Siempre pensó que lo peor de este trabajo sería el sexo, pero claro… en ese momento no conocía a Alberto.
Y los golpes continuaban, pero seguía sin querer mirar. Alberto reía cada vez más fuera de si y Pilar optó por sonreír. En realidad, poco podía hacer. Los golpes que le había dado en la cara ahora no la dejaban decir alguna palabra.
Agotado, Alberto abrazó a Pilar por la espalda y dijo gracias. Luego sacó un sobre blanco y lo dejó en su cartera. Era su paga.
- Adiós amor- Dijo sonriendo mientras la empujaba para que saliera del auto. Para que saliera antes de que comenzara a ensuciar todo- Nos vemos la próxima semana.
Pilar apenas podía caminar. Mientras lo hacía sacó de su cartera el sobre blanco que Alberto había dejado. Sonrío. Era más dinero del que jamás había tenido.
Sonrió de nuevo y esta vez pensaba en que pagaría algunas deudas. Algunas suyas, pero la mayoría de su madre. Pensó que podría comprar muchos juguetes nuevos para Javier, su hijo. Siguió caminando y esta vez más segura. Más tranquila. Miró al cielo y vio que la noche aún seguía con esas bellas lucecitas. Siguió caminando y guardó el sobre y con él recordó por qué le gustaba tanto este trabajo.

1 comentarios:

Anonymous said...

oh...





OH!




me dio congoja la pobre de Pilar...