Sentimientos Encontrados

(Publicado originalmente en Kendobabe)

Hoy me siento distinta... Desnuda, observada, como el bicho raro que siempre creí que era. No sé si habrán sido las columnas de opinión que leí en la revista Paula de este mes o el darme cuenta de que ellos (los chicos columnistas) ven a mi generación como siempre la vi yo: Abulia, conformismo, falta de compromiso, vivir el momento, ser pendejos todo lo que se pueda.

Todo eso que yo viví y todo eso contra lo que pelee y todo eso por lo que me señalaron con el dedo: "Paulina, no, no es así, confórmate, la vida es sólo eso, conformarse". Todas mentiras, pero me hicieron daño, sobre todo porque intenté pelear contra esa corriente, como un salmón que retorna a su río, dispuesta a morir en el intento y aunque lloré, patalée y sufrí (y vaya que sufrí) No lograron romper mi espíritu, pero sí lograron mi perpetua desconfianza.

Sin embargo y, a pesar de todo, al leer esas columnas sentí que me entendían, pero una generación más tarde. Niños aún de 14 a 18 años... Pero me entendían, me comprendían. Al fin sabía alguien de lo que yo hablaba hace tanto tiempo atrás (cuando aún estaba en el colegio) Por fin alguien hacía eco de lo que yo dije, lo que yo sentí y a lo que mi generación hizo oídos sordos e hizo mordazas para que no siguiera hablando.

El problema es que a pesar de esa felicidad, me sentí equivocada... Equivocada de época, de colegio, de vida. Sentí que debí haber nacido después, o tal vez antes, cuando la generación antes que la mía también quería hacer cosas y no tenían miedo de ir contra la corriente... Pero de todas maneras, antes o después, no debí haber nacido en esta generación de mierda... Esta generación a medio camino entre la dictadura y la democracia, entre el callar y el hablar, entre el hacer y la abulia... Entre el miedo y la libertad o el miedo a la libertad.

Me equivoqué de época. Soy un error inconformista nacido en 1980. Supongo que en el Gran Plan Divino tendrá sentido. Tal vez sea la voz (la única voz) de mi generación que se atreve a hablar y tal vez sea recordada por ello. Tal vez sólo sea un gran chiste, una gran burla que mirará con resentimiento y envidia a los chicos de ahora que sí se atreven a hacer cosas. Si hablan, sí tienen opinión y no son sólo uno más en la corriente de las modas. Tal vez estaba destinada a ser este bicho raro que soy.

Este bicho raro de 26 años que reclama lo mismo que los de 30 a 35 y lo mismo que los de 14 a 18, pero no reclama lo mismo que los de mi edad porque ellos no reclaman nada... Nada importa excepto ellos mismos, el carrete, las borracheras, el borrarse, ser solteros lo más posible, ser infieles lo más posible, jugar con la gente lo más posible... Sobre todo eso JUGAR con la gente, con los sentimientos, con la vida de otros, total tampoco importa mientras uno esté bien.

Puede que eso sea lo único que la nueva generación comparta con la mía, tal vez de los ejemplos mal aprendidos, de las series de TV donde todos lloran a manos llenas, como Sex and the City donde todas tenían una buena vida, pero ellas mismas se encargaban de echarla a perder porque algún drama tenía que haber. Como Friends donde todos al final atinaban con todos, porque es lo que quedaba por hacer.

Fuera de eso, que en la nueva generación más parece un detalle que una constante, nada de lo que pasa con mi generaión vale la pena rescatarse. Son un gran desorden, una gran burla, un gran error.


Paulina.